[a un tros de pa amb mantega]
De esto se trata. De elegir un pan. De untar mantequilla a diestro y siniestro. De sembrar el caos en la cocina. De no malgastar sobras. De dar de comer a tus amigos y a tu familia. De sentarte a una mesa donde se celebra el irreducible acto social de compartir alimentos con otros. A pesar de todos los reparos y salvedades, [Joseph] Conrad tenía razón. Es un acto moral. Es una cuestión de cordura. Que él diga la última palabra: “La íntima influencia de la cocina meticulosa” escribió, “fomenta la serenidad de ánimo, la galanura del pensamiento y esa visión indulgente de los defectos del prójimo que es la única forma de genuino optimismo. Tales son sus títulos de nobleza.”
julian barnes, el perfeccionista en la cocina (barcelona: anagrama, 2006) [jaime zulaika, trad.]
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